Uno de los casos más curiosos de abducciones ocurrió en la
década de los ochenta en Gran Bretaña, a un anciano llamado Alfred Burtoo que
había servido en el Regimiento Real de la Reina en 1924 y el Regimiento de
Hampshire durante la Segunda Guerra Mundial. Era conocido por su labor como
historiador y también trabajó como granjero y jardinero.
El 12 de agosto de 1983 cerca de la 01:00 de la madrugada,
Alfred Burtoo, exoficial del ejército británico, estaba pescando tranquilamente
en el Canal de Basingstoke (Hampshire), cuando observó una luz brillante, que
procedía de North Town, que descendió del cielo y aterrizó muy cerca de donde
se encontraba.En un primer momento, el señor Burtoo pensó que debía ser un
helicóptero de una cercana base aérea militar.
Mientras se servía un té de su
termo, Tiny, su perro comenzó a ladrar furiosamente. De las sombras surgieron
dos extraños seres, de 1´50 centímetros de altura, con cascos de viseras negras
que impedían ver su rostro y ambos vestían un traje de color verde pálido, de
un material parecido al plástico, desde la cabeza a los pies sin costura ni
cremalleras. Uno de los humanoides, con gestos, levantando y agitando su mano
derecha, le indicó a Burtoo que le siguieran. "Yo tenía 77 años y no tenía
mucho que perder" dijo posteriormente a la prensa el testigo, así que el
jubilado sin temor alguno, decidió acompañar a sus extraños visitantes. Anduvieron en fila por un sendero, Burtoo iba en medio de los 2 humanoides.
“Caminamos a lo largo del camino de cuerda hasta que llegamos a las rejas que
existen en el puente del canal”, en ese momento tal y como describe el testigo,
se produce un hecho insólito, su extraño compañero de viaje pasa a través de
las rejas como un fantasma”, atravesándolas limpiamente, mientras que,
obviamente Burtoo tiene que saltar el pequeño obstáculo. Entonces a pocos
metros en una curva hacia la izquierda, el asombrado pescador observó un raro
artefacto metálico posado en la tierra. En ese momento exclamó: “Cristo ¿qué
diablos es esto?". Ante él había una enorme máquina, como de aluminio
brillante, de unos 14 metros de largo
por 5´5 metros de altura, rodeada de luces. El tren de aterrizaje lo
conformaban dos patas en forma de “skis”. A través de una larga escalerilla,
con una barandilla telescópica, de unos 3´5 metros de longitud, Alfred Burtoo
accedió al interior del objeto, el cual tenía un techo muy bajo, por lo que el
testigo tuvo que inclinarse un poco. La sala era de color negro, sin esquinas y
de formas suaves. En la parte de la derecha se abrió una puerta que lo condujo
hasta una estancia de forma octogonal y de aspecto “metálico inacabado”. Lo más
curioso y desconcertante de aquella sala, es que "olía un poco a carne en
descomposición".
Ovni dibujado por el propio testigo |
¨No ví ningún signo de tuercas o tornillos, ni ví ninguna
costura donde se juntaban las partes del objeto" afirmó Burtoo. "Lo
que me llamó la atención sobre todo era un eje, de 1´20 metros de diámetro, que
se alzaba desde el suelo hasta el techo” y que en su parte derecha tenía “una
manija en forma de Z”.
Al lado de esta "columna", en el lado derecho, el
testigo distinguió vagamente que había "dos siluetas similares a los seres
que caminaron conmigo a lo largo del camino". El exmilitar fue colocado
bajo una luz de color ámbar, que desde la pared cerca del techo pareció
escanear durante unos 5 minutos su cuerpo.
Uno de los humanoides preguntó al testigo ¿cuál era su
edad?. Su voz sonaba como una mezcla entre chino y ruso. Cuando el jubilado
respondió que pronto cumpliría los 78 años, el humanoide, sin titubeos, le
dijo: "Se puede ir, usted es demasiado viejo y enfermo para nuestros
propósitos". Burtto abandonó el artefacto algo perplejo. Al volver la
cabeza, mientras bajaba por la escalerilla, se fijó que la parte superior del
artefacto parecía una enorme chimenea y giraba en el sentido contrario a las
agujas del reloj. Con gran tranquilidad el anciano regresó a su lugar de pesca
donde había dejado a perro. El reloj marcaba las 02:00 horas de la madrugada.
Sin más, nuestro protagonista apuró el té, ahora frío, que se había servido una
hora antes de su particular y singular encuentro. "Entonces oí un ruido
quejumbroso, como cuando un generador eléctrico se pone en marcha, y el aparato
se elevó para después desaparecer a una velocidad muy alta". Tal fue la
luminosidad que desprendió el objeto en su despegue, que el testigo podía ver
claramente su pequeño flotador de pesca en mitad del río a 1´80 metros de
distancia en plena noche. El testigo siguió pescando sin temor alguno hasta las
12:30 horas y logrando un botín de 9 piezas. Curiosamente, sobre las 10:00
horas, Burtoo habló con 2 policías que patrullaban por la zona y les narró que había visto una extraña luz
en cielo aquella madrugada, sin que estos al parecer le dieran mucha
importancia a su testimonio. De regreso a su domicilio, contó su peculiar
aventura a su mujer y a un amigo, aunque
en un principio, les dijo que sólo había visto una luces en el firmamento, sin
mencionar nada sobre la entrada en la nave o la insólita conversación con los
humanoides.
En los días posteriores a su experiencia Burtoo experimentó
una insólita pérdida de apetito y peso, así como dificultades para dormir con
normalidad. Estos síntomas remitieron en poco tiempo. En el lugar del supuesto
aterrizaje Burtoo aseguró, que dos días después del incidente, el follaje
estaba aplastado y desordenado, pero no se documentó gráficamente ningún tipo
de marcas o huellas. Alfred Burtoo falleció el 31 de agosto de 1986, y su
esposa Marjorie estaba convencida de la realidad de la experiencia de su
marido, que nunca se retractó de lo que había vivido aquella madrugada.
1 comentario :
Muy interesante lo que narra este anciano pescador, claro que me extraña que los hombrecitos verdes no lo hayan diferenciado como persona mayor, lo que seguramente buscan a personas más jóvenes para sus investigaciones...Lucamiable.
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