En la desaparecida Yugoslavia de la época de Tito, se observaron fenómenos inexplicables en la región de los Balcanes. Uno de los episodios del encuentro con los ovnis lo revela el general Zvonimir Jurjevic, miembro de las Fuerzas Aéreas y la Defensa Antiaérea de Yugoslavia.
En 1975, Jurjevic encabezaba el 172 Regimiento de Aviación
que se desplazaba desde el aeropuerto de Podgorica, capital de Montenegro —
anteriormente conocida como Titogrado—. Por una serie de razones insólitas,
este regimiento tenía más horas de vuelo anuales que otros regimientos de las
Fuerzas Aéreas yugoslavas, 12.000 contra 2.000.
Por primera vez, los pilotos del regimiento de Jurjevic
presenciaron la aparición de un ovni en enero de 1975 durante un vuelo
nocturno. En aquel momento, según explica el interlocutor, el
platillo volador se dejó ver entre las filas de las aeronaves de combate.
“El objeto parecía una bola brillante, claramente visible,
tal vez 10 veces más luminosa que la estrella más brillante en aquel momento.
El ovni cambiaba de color sin cesar: blanco, amarillo, rojo claro, naranja,
otra vez blanco, y así sucesivamente. Apareció de la nada, inesperadamente. Y
por lo visto se esforzaba en atraer la atención”, recordó el militar.
Curiosamente, el objeto siempre aparecía 50 minutos después
de que hubieran despegado las aeronaves yugoslavas. Los pilotos atrasaron
deliberadamente la hora de despegue. Sin embargo, el fenómeno se repetía.
El 25 de enero de 1975, Jurjevic decidió tratar de
interceptar el ovni. Y de nuevo, exactamente 50 minutos después del despegue,
el objeto apareció sobre la ciudad de Cetiña, pero, cuando Jurjevic fue hacia
él, se dirigió a Budva y desapareció. Este juego duró varios días y, cada vez,
Jurjevich pasó los informes de lo que estaba sucediendo a Belgrado.
Un día, el comandante tomó la decisión de un despegue
inmediato de los cuatro aviones. Los dos primeros despegaron a la vez, mientras
que dos más los siguieron un poco más tarde, desde la zona de Budva y Niksic.
Todos ellos tuvieron que guardar silencio y evitar comunicarse por radio. Esto
se hizo para asegurarse de que no había espías de países extranjeros implicados
y nadie se infiltraba en los planes de vuelo.
“Traté de determinar la distancia al objeto: resultó que
eran unos 10 kilómetros. No permitía acercarse más. Reduje la velocidad, guardé
la misma distancia. Aceleré… seguían siendo los mismos 10 kilómetros”, recuerda
Jurjevic.
El radar en la península de Prevlaka no percibió el objeto.
Sin embargo, cuando desde Belgrado llegaron dos MiG-21 soviéticos supersónicos,
los radares yugoslavos lograron detectar al extraño visitante. No obstante,
incluso los veloces MiG tampoco fueron capaces de aproximarse a la ‘bola
incandescente’, y mucho menos darle alcance.
Como atestigua Zvonimir Jurjevic en una entrevista con los
medios locales, el objeto, que al principio ‘huía’ a 1.700 kilómetros por hora,
de repente se encontró detrás de los aviones que lo perseguían volando a una
velocidad de 80 km/h.
Los ovnis dejaron de aparecer en el cielo de Yugoslavia a
partir del 12 de febrero de 1975, pero el misterio de la procedencia de estos
extraños visitantes todavía permanece vigente.
Sputnik
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