domingo, 31 de mayo de 2015

El caso del Ovni del Rally de la Vuelta de América del Sur


El caso del Ovni del Rally de la Vuelta de América del Sur

Al episodio también se lo conoció como incidente Acevedo-Moya. Ocurrió entre Viedma y Bahía Blanca el 23 de septiembre de 197 8 y fue protagonizado por el fallecido empresario Carlos Acevedo Ramírez (piloto) y Miguel Ángel Moya (navegante), ambos chilenos. Ese día ambos circulaban a bordo de su automóvil Citroën GS 1220, señalado con el número 102, en dirección a Bahía Blanca”.

Al salir de Viedma, los corredores se dirigían a Bahía Blanca a una velocidad aproximada de 140 kilómetros por hora. Fue entonces que, en un punto desolado de la ruta, Moya observó por el espejo retrovisor una potente luz que no era la de su auto. Creyó que se trataba de otro automóvil, pero detectó que la luz se aproximaba a unos 300 kilómetros por hora. Se lo advirtió a su compañrro, que también la observó e intentó maniobrar para dejar pasar al supuesto vehículo. Pero de inmediato se dio cuenta de que le era imposible manejar el auto, que parecía no responder a su comando. Vio que la luz se hacía potentísima y por la luneta trasera del Citroën todo se inundaba con una tonalidad amarillenta con reflejos violáceos.

Lo que ocurrió después se lo contaron los propios pilotos a los periodistas del diario Crónica que acompañaban el recorrido del rally por toda Latinoamérica: “Nos vimos suspendidos en el aire a unos cuatro metros del suelo, envueltos en una intensa luz”. En ese momento, ambos protagonistas experimentaron una rara y extraña sensación que no pudieron precisar, salvo que ese tiempo en que se sintieron suspendidos les pareció “una eternidad”. “Poco después la luz se fue haciendo menos intensa y parecía que estu viéramos bajando en forma vertical”, les narró Moya a los cronistas.

Regreso a la tierra

Cuando descendieron, advirtieron que no estaban sobre el pavimento, sino sobre la tierra, en la banquina derecha, mientras el ovni desaparecía en el horizonte en dirección al norte. Las crónicas de la época cuentan que piloto y copiloto revisaron el auto y, después de comprobar que estaba en condiciones, volvieron a encender el motor y prosiguieron su camino. Al llegar a Pedro Luro, unos veinte kilómetros más adelante de donde los “había dejado el ovni”, pararon en una estación de servicio en la que había un policía. “Al relatar lo que nos había sucedido –explicó Moya–, nos aclararon que por esa zona varias personas habían pasado por situaciones similares”. Lo que les produjo una tremenda conmoción fue descubrir que “el tanque de nafta auxiliar del auto estaba totalmente vacío, cuando debería haber estado lleno, y el cuentakilómetros del vehículo carecía de registro de esos setenta kilómetros en que fuimos suspendidos”. Es decir, durante un minuto viajaron a cuatro mil doscientos kilómetros por hora.

El  Citroen que corría un rally, en Bahía Blanca, y fue elevado por un ovni, en el año 1978

Los expedientes X del caso

​Desde ese 2012, la investigadora Silvia Pérez Simondini venía teniendo contactos con Daniel Lecomte, un vecino de una localidad próxima. El hombre, entusiasta del tema, tenía en su poder una serie de expedientes de la Policía Bonaerense que fueron sacados, literalmente, de un enorme montículo de basura, listo para ser quemado. La pequeña caja repleta de papeles constituye un pequeño tesoro, ya que guarda los partes policiales, las fotos y los testimonios de lo ocurrido. Ahora todo el material está siendo estudiado por el equipo de Simondini con el objetivo de aclarar el caso.

El testimonio de un investigador

El investigador chileno Fernando Navarro, habló sobre la relevancia del caso. “El incidente nos demuestra lo complejo del fenómeno ovni. Nuestros compatriotas recorrieron una distancia considerable de una forma que nunca se pudo establecer. Es un hecho por demás inquietante y, por supuesto, el hecho de que ellos cuenten posteriormente que pudieron divisar, durante la experiencia, a seres que caminaban en torno del coche lo hace uno de los casos más apasionantes de América Latina”, señaló. Consultado sobre las secuelas físicas, Navarro indicó: “Luego del incidente, sentían las piernas adormecidas y un cosquilleo en la región dorsal. Los dos protagonistas del evento contaron al llegar a Chile que, en las noches sucesivas, los costó conciliar el sueño y que en varias oportunidades se despertaron sobresaltados. No recuerdan haber experimentado manifestaciones oníricas extrañas”. El investigador trasandino celebra el importante hallazgo de Simondini y ve en la documentación policial una oportunidad de esclarecer el hecho.

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